Una de las cosas que más frustra a los niños (y a los mayores también) es hablar y que no les entiendan, por eso cada vez que incorporan y hacen suya una nueva palabra o corrección a su vocabulario es un gran momento de satisfacción. Esto lo sé de primera mano porque en uno de mis primeros recuerdos me veo en el portal de mis abuelos saltando las escaleras y articulando por fin bien, posiblemente de casualidad, "película", una palabra aparentemente simple pero que a mí se me había resistido hasta entonces. Y con ese recuerdo viene una intensa sensación de éxito, de orgullo y de saber que "me hacía grande".
Veo lo mismo en Víctor que ahora presume de saber "palabras muy difíciles" como "excavadora", "guitarrería" y "recorrido" y las repite hasta el infinito a todo el que hable con él.
Como siempre me pasa cuando de pronto me doy cuenta de que se hace mayor, tengo sentimientos encontrados con respecto a ese pasado de palabras que no volverán (el
cocolayo) y a ese futuro que llama a la puerta. Por suerte en casa aún podemos disfrutar de algunas de esas expresiones y conjugaciones inventadas que pronto desaparecerán.
Aunque mi combinación de palabras favorita de los últimos tiempos es ésta:
Me gusta tanto que estoy por proponerla a la RAE. Después de lo de "iros", me espero cualquier cosa XD
Fuera de broma ahora, si queréis leer un post precioso sobre las palabras que se van de los niños os dejo
aquí el de Paula de
Sin chupete que en dos párrafos lo resume TODO.