Para darle una tregua a mis piernas después de la visita a la muralla, decidimos coger la bici e ir al Yashow, el paraíso pekinés de las falsificaciones, donde dedicamos medio día al capitalismo y a practicar nuestro talento en el regateo (aunque seguro que nos timaron de todos modos).
*Lo de "amiga, tú muy tacaña" lo dijo en español, qué risa :)))
Al final me lo llevé por 160, por cierto.
Y hasta aquí las crónicas pekinesas. Otras fotos del viaje aquí.
sábado, 18 de septiembre de 2010
viernes, 10 de septiembre de 2010
Crónicas pekinesas: día 7
¡La Gran Muralla! Decidimos subir en teleférico y bajar en tobogán. La bajada es preciosa por la ladera de la montaña pero Carmen hizo, como dice ella, "le bouchon", es decir, un "pequeño" atasco. La razón: se debió de poner el bolso de tal forma que no podía empujar bien la palanca e íbamos todos a uno por hora. Yo me puse un poco tensa cuando vi que el americano que llevaba destrás no respetaba la distancia entre patín y patín pero me daba la risa viendo a Carmen bajar en plan "paseando a Miss Daisy" :))
jueves, 9 de septiembre de 2010
Crónicas pekinesas: día 6
Vamos a ver el Palacio de Verano. Hay un calor pegajoso que nos hace sudar la gota gorda y nos deja cara de turistas agotadas. Los mosquitos se dan un festín a nuestra costa y avisan a todos los bichos del vecindario. En éstas estamos cuando, por segunda vez en lo que llevamos de viaje y para nuestro asombro, unas niñas chinas nos piden que nos hagamos una foto con ellas. A mí aún me sigue pareciendo sospechoso y, sobre todo, muy revelador del gusto estético chino, ejem.
martes, 7 de septiembre de 2010
Crónicas pekinesas: días 4 y 5
Día 4: hace un tiempo de perros así que decidimos bajarnos a la piscina (cubierta) a echarnos unos largos con Matteo.
Día 5: Matteo hace furor en el mercadillo chino mientras come su potito. ¡Los chinos le hacen corrillo y todo! Hay que ver lo que les gusta un bebé occidental. Sigo pensando que Grégory tenía que haber puesto la gorra a ver si sacaban algún beneficio. Mientras tanto Clara nos enseña los secretos del regateo :)
Día 5: Matteo hace furor en el mercadillo chino mientras come su potito. ¡Los chinos le hacen corrillo y todo! Hay que ver lo que les gusta un bebé occidental. Sigo pensando que Grégory tenía que haber puesto la gorra a ver si sacaban algún beneficio. Mientras tanto Clara nos enseña los secretos del regateo :)
jueves, 2 de septiembre de 2010
Crónicas pekinesas: día 3
Este día vamos al templo del cielo y al volver tenemos otra aventura con un taxista que se convierte en la anécdota del día, sobre todo porque además nos costó más de media hora encontrar un taxi para esto:
Carmen tenía razón y, efectivamente, Clara colgó casi al instante sin sospechar que era nuestro taxista pero es que ¿quién se espera que la llame un taxista para pedirle direcciones? No importó porque como somos mujeres de recursos le dijimos al taxista que nos llevara a un centro comercial próximo a casa de Clara y ahí sí que el taxista entendió nuestro incomparable chino con acento pekinés y nos llevó sin problema. Los últimos 15 minutos, del centro comercial a la casa de Clara, los hicimos a pie tronchadas de la risa de lo que nos acababa de pasar.
Carmen tenía razón y, efectivamente, Clara colgó casi al instante sin sospechar que era nuestro taxista pero es que ¿quién se espera que la llame un taxista para pedirle direcciones? No importó porque como somos mujeres de recursos le dijimos al taxista que nos llevara a un centro comercial próximo a casa de Clara y ahí sí que el taxista entendió nuestro incomparable chino con acento pekinés y nos llevó sin problema. Los últimos 15 minutos, del centro comercial a la casa de Clara, los hicimos a pie tronchadas de la risa de lo que nos acababa de pasar.
miércoles, 1 de septiembre de 2010
Crónicas pekinesas: día 2
Cogemos un taxi para ir a la Ciudad Prohibida pero el taxista no parece entender que queremos hacer la visita al revés de lo normal (es decir, de norte a sur en lugar de sur a norte) porque queremos subir a las colinas de un parque con vistas a la ciudad y además evitar las colas de la entrada de Tian'anmen. Aunque le señalamos claramente en el mapa donde queremos ir y yo me esfuerzo en mi mejor chino, el taxista nos lleva mal y, cuando se lo decimos, nos echa una bronca de aúpa.
La ciudad prohibida es inmensa y nos gustó mucho pero llega un momento en que satura y todo parece igual. Y cuánta gente.
Y cuando yo pensaba que no podía haber más chinos en ningún otro lugar de Pekín, fuimos a la ciudad olímpica y comprobamos que no era cierto...
La ciudad prohibida es inmensa y nos gustó mucho pero llega un momento en que satura y todo parece igual. Y cuánta gente.
Y cuando yo pensaba que no podía haber más chinos en ningún otro lugar de Pekín, fuimos a la ciudad olímpica y comprobamos que no era cierto...
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