Este día vamos al templo del cielo y al volver tenemos otra aventura con un taxista que se convierte en la anécdota del día, sobre todo porque además nos costó más de media hora encontrar un taxi para esto:
Carmen tenía razón y, efectivamente, Clara colgó casi al instante sin sospechar que era nuestro taxista pero es que ¿quién se espera que la llame un taxista para pedirle direcciones? No importó porque como somos mujeres de recursos le dijimos al taxista que nos llevara a un centro comercial próximo a casa de Clara y ahí sí que el taxista entendió nuestro incomparable chino con acento pekinés y nos llevó sin problema. Los últimos 15 minutos, del centro comercial a la casa de Clara, los hicimos a pie tronchadas de la risa de lo que nos acababa de pasar.
muy logrados los ojos rasgados en la begobola china...
ResponderEliminarXDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD
ResponderEliminarjuajuajua, el famoso sanlitunsansan (/san-li-tooor/), que pasara a los anales!!!. desde entonces, cuando me llama un chino.......le cuelgo igual pero me da la risa ;-))
ResponderEliminaroye, ¡¡esta anécdota es fenomenal!! Begoña, ¡¡sabes más chino del que yo pensaba!!
ResponderEliminary Clara, no hay que colgar!
sí, como anécdota vale su precio en oro pero el momento tensión-socorro- y-ahora-qué-hacemos no nos lo quitó nadie, no creas.
ResponderEliminar¿quién se iba a imaginar que el chino iba a sacar su móvil e iba a llamar a clara todo dispuesto? :))
Qué bueno, no sabía que hablaras chino, guay.
ResponderEliminarno lo hablo. fui a clases pero no aprendí mucho, la verdad, al final siempre nos íbamos a cenar a un taiwanés cercano después de la clase y eso era lo mejor de todo :))
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